SEGÚN JOSE INGENIEROS
Según ingenieros, el hombre mediocre es un ser sin personalidad que se deja amoldar o domesticar por el medio social en el que vive. Según Flaubert, es el “hombre que piensa bajamente”. Ingenieros lo ubica entre el genio y el imbécil. Y lo más curioso de todo: que ni el mismo se da cuenta que lo es.
El hombre mediocre no tiene ideas propias, sino que piensa y dice lo que otros dicen. Aunque puede tener “talento” o “buenas cualidades”, sean estas intelectuales o artísticas, ellas no le garantizan su autonomía y creatividad. El hombre mediocre puede poseer “talentos”, pero esto no quiere decir que los desarrolle y que los llegue a perfeccionar.
“Cada individuo- dice Ingenieros- es el producto de dos factores: la herencia y la educación”. La herencia se refiere al factor genético, la educación a todo lo que este recibe desde la cuna a la sepultura.
La “imitación” desempeña un papel decisivo para el desarrollo de la personalidad social. Pero ella sola no basta, se necesita de la “invención” para producir variaciones en los individuos. La imitación es de índole conservadora y actúa creando hábitos sociales, mientras que la “invención” es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación.
Nuestro hombre mediocre considerado “normal” en nuestras sociedades, tiene las características de la “paciencia imitativa”; en cambio, el hombre superior, la de la “imaginación creadora”.
Y es que el hombre mediocre es el “hombre masa, el ser que se pierde en la multitud y que no se atreve a ser diferente”.
Otra característica del hombre mediocre, no menos deplorable, es la fuerte inclinación que tiene por la “envidia”. La “envidia” es la otra cara del hombre mediocre, sumadas, por supuesto, a la arrogancia y a la soberbia.
Las personas pro-activas, positivas y creativas son las que le despiertan este vil sentimiento. Un talento desarrollado y llevado a la perfección es el mejor espejo en donde los mediocres se ven reflejados. La envidia no es más que la respuesta de las propias insatisfacciones personales ante quien les está evidenciando sus propias deficiencias o mediocridades. Por esto mismo, en vez de “emularlos”, los hombres mediocres optan por destruirlos y denigrarlos.
Los hombres mediocres son astutos y hasta pueden ser más inteligentes que el hombre promedio. Es más, la “mediocridad” supone estas cualidades antecedentes. Por ejemplo: una persona puede creerse un gran artista o un gran genio sobre la base de ciertos talentos heredados, adquiridos o perfeccionados. Pero cuando esta aptitud es contradicha por quienes en verdad lo son, si son humildes, los imitarán, si son soberbios, los envidiarán. Y esta es la típica reacción de hombre mediocre.
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