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LA METAFÍSICA: SEGÚN KANT

 IMMANUEL KANT

La filosofía trascendental de Kant significó un «giro copernicano» para la metafísica. Su posición frente a la metafísica es paradigmática. Le atribuye ser un discurso de «palabras huecas» sin contenido real, la acusa de representar «las alucinaciones de un vidente», pero por otra parte recoge de ella la exigencia de universalidad. Kant se propuso fundamentar una metafísica «que pueda presentarse como ciencia». Para ello examinó primero la posibilidad misma de la metafísica. Para Kant las cuestiones últimas y las estructuras generales de la realidad están ligadas a la pregunta por el sujeto. A partir de este presupuesto dedujo que hay que estudiar y juzgar aquello que puede ser conocido por nosotros. A través de su criticismo se diferenció explícitamente de las posiciones filosóficas que tienen como objeto la pregunta sobre qué es el conocimiento. Se alejó así de las tendencias filosóficas imperantes, tales como el empirismo, el racionalismo y el escepticismo. También a través del criticismo marcó distancia del dogmatismo de la metafísica que -según Kant- se había convertido en una serie de afirmaciones sobre temas que van más allá de la experiencia humana. Intentó entonces llevar a cabo un análisis detallado de la facultad humana de conocer, es decir, un examen crítico de la razón pura, de la razón desvinculada de lo sensible (Crítica de la razón pura, 1781-1787). Para ello es decisivo el presupuesto epistemológico de Kant de que al ser humano la realidad no se le presenta tal como es realmente (en sí), sino tal como se le aparece debido a la estructura específica de su facultad de conocimiento.

Se han dado ya proposiciones nunca contradichas o puestas en evidencia en la metafísica, pero son todas de índole analítica. Éstas se refieren a los materiales, a los instrumentos que usa la metafísica para su emancipación como saber, es decir: son los prolegómenos. Lo realmente importante es, en cambio, la propagación de su saber. El verdadero objetivo de cada campo de saber es la expansión de su conocimiento, el avance de su investigación. Es en este sentido en lo que ha fallado la metafísica o, mejor dicho, las metafísicas. Las distintas metafísicas se han contradicho entre ellas, ya sea en sus demostraciones, ya sea en sus afirmaciones. Esto ha anulado su pretensión de presentarse como un saber duradero y científico.

Como el conocimiento científico también depende siempre de la experiencia, el hombre no puede emitir juicios sobre cosas que no están dadas por las sensaciones (tales como «Dios», «alma», «universo», «todo», etc.) Por ello Kant dedujo que la metafísica tradicional no es posible, porque el ser humano no dispone de la facultad de formar un concepto basándose en la experiencia sensible de lo espiritual, que es la única que permitiría la verificación de las hipótesis metafísicas. Como el pensar no dispone de ningún conocimiento de la realidad en este aspecto, estos asuntos siempre permanecerán en el ámbito de lo especulativo-constructivo. Entonces, por principio, no es posible según Kant decidir racionalmente sobre preguntas centrales tales como si Dios existe, si la voluntad es libre o si el alma es inmortal. Las matemáticas y la física pueden formular juicios sintéticos a priori y, por ello, alcanzar un conocimiento universal y necesario, un conocimiento científico.

La metafísica como ciencia será posible cuando no sea ni dogmática ni escéptica, pues el dogmatismo no enseña nada y el escepticismo ni siquiera nos permite el descanso en nuestra ignorancia. La nueva metafísica, libre de estas indeseadas características, podrá ponerse al nivel de otros conocimientos de la razón pura, como la matemática y la ciencia pura de la naturaleza, que tienen proposiciones que no están basadas en el estudio empírico y logran un consenso generalizado y universal sobre sus conclusiones y métodos: conocimientos sintéticos a priori, el tipo de juicios que debería contener solamente el conocimiento metafísico.




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